
La verdad es que aunque duró cerca de 3 horas, se me hizo incluso corto, Sofía se portó maravillosamente y fueron unas horas muy hermosas. Mi princesa, que estaba durmiendo la siesta en su carrito cuando llegamos, se despertó justo antes de tener que subir al altar a rezar el primer misterio, y sólo quiso que la llevara yo en brazos, así que no pude rezar un misterio más cargada de amor ;) Además, nada más encenderse el micrófono, tuvo a bien decir "¡Mira, mamá! ¡Ahí está la Virgencita!" señalando una imagen que había en el altar...

Así que para tranquilizarme un poco, decidí acercarme a la tienda de chinos más cercana y comprar un rosario-pulsera de estos que parece que ha puesto tan de moda Sara Carbonero, atármelo a la muñeca y no desprenderme de él ni para bañarme hasta haber bajado del altar :)
Por si acaso, como además de vergonzosa soy prevenida, compré dos...

Ella está acostumbrada a oirme rezar el Avemaría junto a ella por las noches, pero hasta ahora sólo me había respondido ocasionalmente con un Amén al terminar. Eso sí, como siempre empezamos con un Jesusito de mi vida, nunca se olvida de recordarme que después hay que rezarle a la Virgencita (hasta el extremo de que a diario,después de bendecir la mesa, también tenemos que dedicarle una breve oración a la Virgen).
Pues mi maravillosa sorpresa navideña fue cuando ayer mi niiña cogió la pulsera y me dijo: "Ahora yo sola mamá" y con dos añitos y medio, una dulzura impresionante y su carita de ángel, comenzó a rezar el Avemaría casi perfectamente con la pulsera en la mano, una y otra vez, mirándome con esa enorme alegría que les asoma a los niños pequeños a los ojos y que nos desborda el corazón a los adultos...
¡Mi ñiña ya sabe rezar el Avemaría! ¡Qué hermoso regalo de Navidad!